¿Cuántas veces nos encontramos atrapad@s pensando en el pasado o preocupándonos por el futuro? A veces, la vida se nos escapa mientras nuestra mente está en otro lugar, saltando de una preocupación a otra. Y, sin darnos cuenta, dejamos pasar el presente, el único momento que realmente tenemos.
Estar presentes no significa ignorar nuestros planes ni olvidar lo que pasó, sino aprender a estar aquí, a saborear lo que tenemos justo ahora. ¿Cuántas veces has compartido un momento sin estar realmente ahí? Tal vez en una conversación, pensando en otra cosa, o incluso al final de un día, dándote cuenta de que lo viviste en automático. Aprender a estar presentes es dejar de vivir en “piloto automático” y empezar a conectar más con lo que nos rodea.
La ciencia nos dice que vivir en el presente reduce el estrés y aumenta la felicidad. Al enfocarnos en lo que está ocurriendo ahora mismo, liberamos la mente de preocupaciones innecesarias, activando áreas del cerebro que generan calma y bienestar. Este estado de atención plena, también conocido como mindfulness, no es algo que ocurra de un día para otro, pero practicarlo nos ayuda a disfrutar más de los pequeños momentos y a vivir de una forma más plena.
¿Por dónde empezar? A veces, basta con detenerse un instante, respirar profundo y observar. ¿Qué sonidos escuchas? ¿Qué sientes? Incluso algo tan simple como comer sin distracciones, dar un paseo sin el móvil o escuchar sin pensar en qué responder es una manera de volver al momento presente.
Estar aquí y ahora es un regalo que nos podemos dar a nosotr@s mism@s. Aunque la vida esté llena de altibajos, el momento presente es siempre una oportunidad para disfrutar, aprender y sentir. Vivir el ahora nos da la oportunidad de apreciar las pequeñas cosas y descubrir que en cada instante hay algo valioso.
Vivir el presente es una forma de conectar de verdad con la vida. Porque al final, es en el ahora donde encontramos la calma y la felicidad que muchas veces buscamos en otra parte.