La vida no siempre es fácil. A veces, las cosas no salen como esperábamos, enfrentamos pérdidas, cambios o retos que parecen demasiado grandes para nosotr@s. Pero es en esos momentos donde descubrimos de qué estamos hechos. No son las etapas fáciles las que nos transforman, sino las difíciles.
Aceptar que los momentos complicados son parte de la vida es una realidad. en ningún caso significa rendirse, ni dejar de sentir el dolor o la frustración. Significa entender que incluso en esos días grises hay espacio para aprender, para adaptarse y para salir más fuertes. A veces no se trata de buscar respuestas rápidas, sino de sentarte con lo que sientes, de darte permiso de estar mal y de confiar en que ese malestar también pasará.
La ciencia nos dice que las personas resilientes no son las que evitan las dificultades, sino las que enfrentan los problemas con una mentalidad de crecimiento. Cada vez que superamos un obstáculo, nuestro cerebro aprende, se reorganiza y se fortalece. Lo que hoy parece imposible, mañana puede ser la base de una nueva versión de ti mism@.
Tal vez estés atravesando una etapa difícil ahora. Si es así, esto es lo que necesitas saber: está bien sentirte cansad@, enojad@ o perdido. Es normal. Pero no olvides que tienes más fuerza de la que crees, y que esa fuerza no siempre se muestra como grandes acciones; a veces, está en pequeños gestos como levantarte, intentarlo de nuevo o pedir ayuda.
Los momentos difíciles no duran para siempre, pero lo que aprendes de ellos sí. Y cada vez que pasas por una situación complicada, te preparas mejor para la próxima. Así que, aunque no lo sientas ahora, este momento difícil también está construyendo algo dentro de ti: paciencia, fortaleza y la certeza de que eres capaz de más de lo que imaginas.
En los días más complicados se trata de de seguir adelante, un paso a la vez, no de ser perfect@.