Ser mujer a menudo viene acompañado de una lista interminable de roles que cumplir: ser buena madre, excelente profesional, una pareja atenta, la amiga que está para todo y, además, mantenerlo todo en orden. Es como si llevar adelante cada aspecto de la vida fuera tu responsabilidad exclusiva. Pero, ¿qué pasa cuando esa carga empieza a pesar demasiado?
A menudo se nos enseña que ser fuertes significa no fallar nunca, que pedir ayuda es un signo de debilidad y que podemos con todo si nos esforzamos lo suficiente. Pero la realidad es otra: no puedes ni deberías tener que hacerlo todo sola.
Esa sensación de agobio, de estar siempre corriendo detrás de una lista interminable de tareas, no es algo que puedas ignorar. Si sientes que todo depende de ti, es momento de parar y preguntarte: ¿es justo que me cargue con todo esto? ¿Realmente necesito hacerlo todo sola o puedo soltar algo de este peso?
Pedir ayuda no te hace menos capaz. De hecho, delegar y compartir responsabilidades es un acto de inteligencia y cuidado propio. Tal vez no todo salga exactamente como tú lo harías, y está bien. A veces, soltar un poco de control es lo que necesitas para sentirte más libre.
También es importante recordarte que no tienes que ser perfecta. El agobio muchas veces viene de intentar cumplir con expectativas imposibles. Pero tu valor no está en lo que logras, en cómo mantienes todo bajo control o en qué tan bien cumples con esos roles. Tu valor está en quién eres, incluso en los días en los que nada sale como esperabas.
Así que, si te sientes agobiada, permítete soltar un poco. Haz una pausa, prioriza lo que realmente importa y, sobre todo, recuerda que no estás sola. No tienes que poder con todo, porque no tienes que cargar con todo.